Amor online, Invierno

El amor online, ¿es virtual o real?



Uffff…… estoy en un mar de dudas con esto de las relaciones a distancia vía Whatsapp y el resto de chats para conectar con gente… Mis amigas Amelie, Blanche y Marguerite no paran de decirme que me registre en alguno de ellos, que hoy en día es la única – sí, eso dicen – la única forma de conocer hombres pero….

¿cómo sabemos realmente si la persona que tenemos al otro lado es así o sólo nos dice lo que sabe que queremos oír? (en eso las mujeres somos muy, pero que muy predecibles, ¿verdad? 😉

Hasta mi madre –ya desesperada por ver a su única hija en camino de quedarse “para vestir santos” – se ha ofrecido a ayudarme a darme de alta y a hacer el seguimiento de los candidatos…. Habrase visto el nivel de desesperación en el que tiene que estar sumida mi santa madre para hacerme tal proposición!! jajajaja…


Como os digo, hoy en día parece que si no mantienes una relación online de ese tipo, no existes, pero yo las odio con toda mi alma, aunque, como no, al final no he podido resistir la tentación y he caído en las redes (literalmente hablando, jajajaja…)


Así que empecé a chatear con un chico y, viendo que parecía que nos llevábamos bien, decidimos pasar a mensajearnos por WhatsApp. Y claro, mientras estábamos conociéndonos, todo iba de maravilla: él me enviaba mensajes todas las mañanas, tardes y noches, agasajándome con todo su repertorio de palabras románticas. Yo constantemente subida en una nube de algodón que se elevaba más y más con cada mensaje. Parecía que sabía lo que me gustaba oír, y eso me hacía sentir como una reina privilegiada…. Cada vez que recibía un mensaje suyo, mi Rose interior le dedicaba un doble salto mortal con voltereta lateral de la alegría que le provocaba… Mi sonrisa era constante….


Hasta que un día, ante su enésimo “Me encantaría verte… A ver si nos vemos pronto”, se me ocurre enviarle la frase esa que todas hemos leído en el Facebook de Mario Benedetti:

“A mí no me digas que me extrañas… A mí dime a qué hora nos vemos”


Y ahí es cuando le respondo “Y yo a ti… carita triste.. ¿cuándo quedamos?” y es en ese momento, con esa pregunta, como si hubiese provocado un agujero negro que se traga al susodicho para no volver a saber de él.


He de revelaros un secreto: hasta hace relativamente poco me daba hasta pena, porque pensaba que en ese agujero negro se reunían todos los hombres que no podían responder por miedo a fracturarse un dedo si cerraban una cita… y allí, en ese lugar, se encontraban para compartir su angustia… ¡¡pobrecillos!! ¿verdad?


Ahora estoy segura de que no me contestó nunca porque cuando leyó mi mensaje se puso tan alegre de que yo quisiese al fin quedar con él que empezó a correr por toda la casa y, de la emoción, se quedó sin aire, se desmayó y, del golpe, sufrió amnesia selectiva ¡¡¡Sí, eso debe ser!!!

Por las redes he leído un mensaje (desconozco quién es su autor) que dice muy acertadamente:

Un día me dijo “Me muero por verte”… Y creo que se murió, porque nunca más nos vimos….” 🙄 


Sea como sea, ¿cómo cabrearte con él cuando de golpe deja de responderte a los mensajes? ¿cómo romper con alguien que aparece y desaparece a su antojo?

¿Cómo gestionamos la frustración al ver que un día se están muriendo por ti y al día siguiente es como si nunca hubieses existido en su vida?


Y es que, no sé si os habéis dado cuenta y lo habéis sufrido también como yo en vuestras propias carnes, pero es tremenda la frustración sentimental que existe hoy en día con esto de internet, los chats y las Apps de mensajería instantánea.


Porque con tanta tecnología, hasta los sentimientos están virtualizados… lo que en un segundo es un “Te quiero”, un “Te echo de menos” o un “Tengo unas ganas tremendas de verte”, al segundo siguiente nos encontramos, en el peor de los casos, con una ausencia de respuesta y, en el mejor (por llamarlo de alguna forma…) con un “Ya no te quiero”, “Tenemos que dejarlo…”, “No podemos seguir porque me ha salido un trabajo en Australia y salgo mañana mismo…”


Y ahí te quedas tú mirando sin parpadear la pantallita del móvil, mientras la pantalla del móvil te mira a ti… como si así fuésemos a encontrarnos con el susodicho, como si así fuésemos a ver de golpe una explicación razonable y lógica a ese cambio tan repentino del tono de los mensajes, como si así fuésemos a descubrir el porqué de esa ruptura… pero no, estamos en la era digital del “ahí te las apañes tú con tus sentimientos, que yo no necesito ya ni dar la cara para nada”… Y así nos va…

No me quieras tanto… Quiéreme mejor


Y ahí es cuando yo me pregunto: ¿ese estado de enamoramiento era real o fue fruto de mi imaginación? ¿todo lo que me decía realmente lo sentía o sólo lo hacía para disfrutar con alguien al otro lado de la línea? ¿qué necesidad tendrán de decirnos que quieren vernos cuando en realidad no quieren quedar? o es que ¿no quieren quedar porque les da miedo –más bien, pánico-?


A todo eso no le he encontrado todavía una explicación, así que agradecería enormemente vuestros consejos y comentarios… A ver si al final consigo ver la luz al final de este túnel virtual…