San Valentín

Descubriendo a San Valentín

Creo que este año he descubierto dónde está el problema con este Cupido que me ha tocado por destino que, de santo, debe de tener poco, y con el que he llegado a pensar en varias teorías. Os cuento:

Opción A.- Es trabajador de la empresa “San Valentín, SL”, que va a su puñetera bola porque, por el poco sueldo que le deben pagar, su nivel de motivación debe ser más bien escasito, con lo que se distrae con facilidad. De ahí que las flechas las lance a susodichos que pasaban por allí en ese momento, pero que no tenían que estar en mi vida.




Eso, o debe de ser miope y solo reconoce a los susodichos cuando se acercan demasiado a mi vida, momento en el que ya no tiene capacidad de reacción.




Opción B.- Es becario del departamento de I+D+i de “San Valentín, SL”, encargado de hacer pruebas hasta alcanzar el límite del producto que están testeando… O del departamento de creatividad, porque imaginación no le falta. De hecho, creo que el detalle del que carecen los susodichos que me envía lo hace para que yo le demuestre que, aún de la nada, es posible sacar sonrisas (claro está, a mi costa… agrrrr). Sea como fuere, creo que está conchabado con el guionista de mi vida y que, entre los dos, están escribiendo un guion conjunto digno de premio Óscar… Papeletas tienen en abundancia para ganarlo, ¡ya lo creo!




Opción C.- Está enamorado del hombre de mi vida y lo tiene distraído con sus jueguecillos para que no llegue a mí. Mientras tanto, a mí me va enviando todos los susodichos que encuentra en su camino para mantenerme entretenida y que no me queje a su jefe.




Opción D.- Tiene un humor ácido (británico lo llaman otros) y no para de provocar situaciones en mi vida cada vez más surrealistas que no logro a llegar a entender porque la trama va ganando en hiperrealismo.




Eso, o es que le encantan los jeroglíficos y yo no consigo descifrar ni uno… 




Sea como sea, aquí me tenéis otro año más sin poder celebrarlo con ese amor de mi vida que, sé, que me está buscando desesperadamente; otro año más comiendo bombones en forma de corazón como si no hubiera un mañana y otro año más acordándome de Cupido, de San Valentín y de sus familias respectivas y deseando que haya una reestructuración de plantilla y que me lo cambien por alguien más competente… O ¿quizás sea mejor que me quede como estoy ahora, por eso que dicen de que “Más vale malo conocido que bueno por conocer”?


¿Qué haríais vosotr@s: pedir cambio de Cupido o aguantar con el que me ha tocado? ¿Creéis que mis teorías son disparatadas y que se me está pegando el humor ácido de mi San Valentín?

Author


Avatar