Hasta el moño de la Navidad… y todavía no ha llegado

Uffff… ¡¡¡qué hartazón de Navidad!!!

¿Os habéis fijado que cada año la Navidad empieza antes? Y es que, es acabar Halloween y los comercios y las calles empiezan a llenarse decoraciones navideñas en las que los «Merry Christmas» y “Feliz Navidad” van asomando poco a poco hasta inundar todos los rincones de la ciudad…  Y es como si ese ambiente que se crea te obligase a sonreír y a estar feliz permanentemente hasta que termine esta festividad… como si no pudieses enfadarte con nadie ni ponerle las cosas claritas a alguna que otra persona que se te cruza en tu día a día… Así que

Lo bueno de las Navidades es que está permitido sentirse nostálgico, aunque no tengas pareja para compartirlas… Lo malo, que te recuerdan que acabas el año otra vez sin pareja… y te hace plantearte dónde está el error… pero como sabéis

mi lema es «Rendirse no es una opción»

así que aquí me tenéis, tratando de planificar la nueva estrategia para encontrar al hombre de mi vida de cara al año próximo…

Pues bien, en esa labor de investigación me paré en un artículo que aparecía en una revista sobre un síndrome que, al parecer, sólo sufren algunos hombres – es una de esas enfermedades raras – … no veáis lo identificada que me sentí después de leerlo y darme cuenta de que, al parecer, varios de los susodichos con los que me he liado tienen pinta de sufrirlo… Agggggggrrrr… y no sé qué hacer….

Os comento, a ver si podéis detectar a algún hombre más enfermo de esto y los unimos para que les salga más barata la terapia conjunta….

A ver, a ver… cómo os lo cuento…. Ummmmm

Se llama Síndrome de Enfermedad Post-orgásmica y, por lo visto, los hombres que lo padecen se sienten extremadamente fatigados, con dificultades de memoria y problemas de concentración después de haber tenido un orgasmo.

¿Recordáis al pirata y chico ni-ni que os contaba en el post http://roseapelton.com/imposible-resistirse-a-los-chicos-malos-malotes/? Pues bien, una de las características que tenía y que lo hacían tan “especial” era el sexo… ¡Sí! Pese a que teníamos pocas oportunidades de mantener ratos de intimidad, cuando llegaban eran sencillamente momentos de “¡¡¡Oh, madre mía!!! ¡¡¡Que esto no acabe nunca!!!”… vamos, momentos de pura explosión sensorial en todos los sentidos… y eso, creo, era lo que me dejaba enganchada a él y por lo que aguantaba tanto esa relación – si se puede llamar así a encuentros esporádicos y mensajes de Whatsapp – …

Y yo creo que él sabía que eso iba a ser así pese a que, una vez que terminaba ese momento sexual íntimo, en ese mismo instante en que estaba tratando de reponerme de semejante sesión explosiva de sexo, en ese mismo momento, nada más acabar,

él se levantaba rápidamente de la cama y se iba directo a la ducha para, automáticamente, vestirse después, casi sin mediar palabra ni gesto alguno, antes de salir de mi casa más rápido que Tarzán con vaselina en las lianas…

Al principio, con la emoción del calentón, esa reacción la veía rara, pero no me importaba demasiado… pensaba

“Pobrecito, se ha asustado de sentir tan intensamente como yo… se ha aterrado con tanta intensidad y por eso se ha ido con cara de ¿pero qué diantres ha pasado aquí? ¿cómo he podido dejarme llevar tanto por el momento y sentir tan intensamente todo lo que he sentido? ¿me estaré enamorando de ella? Porque si no, oh oh oh…¿de dónde he sacado tanta fogosidad?»
Luego, conforme iban pasando los días y las cortas, pero intensas, sesiones de sexo se repetían… conforme acabábamos, su cara me parecía que seguía siendo de susto… pero al compromiso… tipo Oh oh oh… que parece que esta Rose se está enamorando de mí y no voy a poder quitármela de encima luego… así que mejor me voy cuanto antes, no vaya a ser que se encariñe de mí… Mejor salgo pitando de su casa antes de que se reponga de esta sesión y me pida que me quede a dormir…

Y ahí aguanta el pirata varias semanas sin dar señales de vida… hasta que en algún momento, como el que no quiere la cosa, decide mandarme de nuevo un mensaje de esos como si hubiésemos mantenido diariamente el contacto y no hubieran pasado varios meses desde su “desaparición”…

Y así, con un “¡¡Buenos días guapa!!! Tengo ganas de ti” se queda él tan pancho y me deja a mí mirando a la pantallita de móvil con cara de haber visto un fantasma, sin poder creer lo que están viendo mis ojos… sin saber por qué lo hace, qué es lo que se le ha pasado en ese momento por la cabeza para acordarse de mí y para querer verme de nuevo…

Y ahí es cuando mi parte romántica salta y me dice:

“Rose, eso es que se ha dado cuenta de que no puede olvidarte por más que quiera”

Pues bien, según el Síndrome ese que leí y que os comentaba, hay poquísimos hombres en el mundo que sufren de él y los síntomas son precisamente esos que tiene, entre otros, el malo – malote, que, después de la eyaculación les entra un pánico tremendo que no pueden controlar y les da por huir del lugar del coito…

Así que, desde que lo leí, pensé que probablemente sea eso lo que les sucede, que no es que me tengan miedo… si no que, simplemente, están enfermos y les dará vergüenza reconocerlo o desconocen que lo tienen y no saben por qué actúan así…

Y ahí estoy, en pleno proceso de pena – penita – pena por el piratilla al suponer que, más que jugando conmigo puede estar sufriendo esa fiebre (que no calentón), esa angustia, esa descomposición de cuerpo que, al parecer,  les entra después del coito… no porque tiene miedo a sentir ni porque tema al compromiso, sino porque está malito…

Así que no sé si enviarles una postal de felicitación de Navidad o una invitación para un grupo de terapia…

Oh oh oh… ¿Qué creéis que debo hacer? ¿Habéis podido identificar vosotras también a algún hombre con esos síntomas?

¡¡S.O.S. necesito el manual sobre cómo sobrevivir a la Navidad sin pareja!!

 

¿Soy yo sola la que piensa que las Navidades son para estar felices en pareja?

¿Soy yo sola la que está deseando que acaben pronto las Navidades, porque estas fechas resultan especialmente “crueles” para los que estamos solter@s??

No sé si os pasa a vosotr@s, pero

estar sin pareja en Navidad es como cuando ves a un gato negro: a unos les gustaría serlo y a otros les rechinaría …

Y es que la Navidad parece que sea una época en la que estamos obligados a tener pareja, ya que se mezcla el frío y la necesidad de estar acompañad@ en casita, con las múltiples comidas y cenas familiares y de amigos que sólo ves una vez al año… Sí, en esas en las que parece que todos han evolucionado con sus vidas menos tú… y que lo primero que te preguntan cuando te ven es  

 

Pero, claro, en esos momentos se nos supone que las Navidades son época de felicidad y paz, así que te toca sacar a relucir tu sonrisa de “La Mona Lisa”, poner en práctica esa respiración profunda que te enseñan en yoga con cuidado de no asfixiarte, y dejar salir un

“Pues sí, ¡¡va a ser eso!!… Que seré muy exigente con los hombres… pero ¡qué se le va a hacer!»


Y ¿qué os parece el tema de la televisión?

Bastante mal lo pasamos los solter@s del mundo durante todo el año, como para que la tele no pare de restregarnos con sus películas románticas que esta es una época del año en la que es posible que te tropieces con el hombre de tu vida (tropiezo en el sentido literal del término) y, en lugar de explicarle cuatro cositas a tu orgullo – porque ese día que ha nevado resulta que te has puesto tacones y el hielo de la acera te hace agarrarte al primer abrigo que pasaba por allí como si no hubiera un mañana – resulta que dentro de ese abrigo está el hombre de tu vida… Y él, en lugar de empezar a soltar pestes por su boca por haberle tirado al suelo del contigo, se enamora de ti y tú de él… y con ese amor a primera vista rodeados de nieve, en vez de sentir frío, tienes un subidón de libido más que interesante…

Y es que, según las pelis románticas de Navidad, en esta época suceden milagros de este tipo… ¡¡vaya tela!!

En Navidad tienes dos opciones en la tele: ver películas románticas de Navidad o documentales de animales, que terminan apareándose…

Lo dicho, que odio pasar las Navidades sin pareja y, precisamente por eso, todos los años nos juntamos las amigas el día antes de Nochebuena para irnos de fiesta loca… para desahogarnos antes de que empiece el martirio al que nos someten la familia, amig@s que solo ves en esta época del año y amig@s que tienen pareja ya….

 

Así que allí estábamos todas las amigas ataviadas con trajes de fiesta, camino del restaurante, cuando a Blanche se le ocurrió la genial idea de tomarnos antes un aperitivo en un garito que estaba de moda… Y fue llegar y entrar en ese sitio súper atestado de gente cuando, de repente, a Dorothy le dan un empujón que casi la hace caer al suelo… Se volvió al chico que le había empujado y empezó a palidecer por momentos y a hacer aspavientos con la mano, como si hubiese visto un fantasma… Fue ahí cuando me di cuenta de lo que quería decirnos… más bien, decirme… ese chico era uno de mis ex… pero no un ex cualquiera, ¡¡no!!, era

ese ex que te deja una huella difícilmente borrable… Ese ex que cuando, después de muchos años de relación, de golpe y porrazo te suelta “es que ya no te quiero”, sientes morirte, sientes que algo dentro de ti se ha roto y quieres desaparecer en ese mismo momento… ese ex a partir del cual no sabes si vas a poder amar de nuevo y confiar en alguien más alguna vez en tu vida… sencillamente ese ex…

Ahí estaba, de pie enfrente mío, guapísimo remataó como siempre, con su sonrisa perfecta, acompañado por un grupo de amigos…  

En ese preciso momento cerré los ojos, pedí que la tierra se abriese bajo mis pies y me tragase… ¡¡literalmente!! Pero muy a mi pesar, no pasó nada más que lo que temía… Mis amigas me empujaron hacia él y él decidió saludarme como si no hubiera pasado nunca nada entre nosotros… y me dijo:

“Vaya, vaya… si está aquí mi Querida Rose Apelton”

y me soltó dos besos que provocaron en mí un terremoto interior, me hicieron ponerme roja como un tomate, y anularon capacidad de pensar y de hablar, tanto que sólo fui capaz de responderle con un hola que sonó al “Jo-jo” de Papá Noel… y un ¿¡cuánto tiempo!? Y así puedo decir que, literalmente,  

Allí, los dos parados uno enfrente del otro, mirándonos a la cara, fue como si el mundo se hubiese parado y creo que literalmente lo hizo… porque mis amigas se quedaron quietas como congeladas, boquiabiertas, sin soltar palabra alguna… Y él se puso a hablarme de su vida, tratando de averiguar si yo tenía pareja o no… Me dijo que lo acababa de dejar con la chica a la que cambió por mí y que estaba pasando por una época de reflexión… y me preguntó:

“Rose, con lo bien que nos llevábamos ¿es posible que tú y yo seamos amigos algún día? ¿Por qué no quedamos para tomar un café y retomamos esa amistad que un día tuvimos?

Ahí me dieron ganas de decirle:

¿tú eres así o te dan apagones cerebrales? Es que ¿no te das cuenta de que tú para mí eres como el 30 de febrero? ¡no existes!

Cuando me dejaste se te cayó la última oportunidad conmigo

Pero con esa sonrisa cautivadora que tenía y esos ojitos que me ponía –que no sabía si eran fruto de la bebida o de que le dejé embelesado – le respondí que tenía que pensarlo…  

Y ahí estoy, tratando de descifrar si se puede ser amiga de un ex, si merece la pena tener a un ex como amigo y si, en caso de que merezca la pena, no voy a acabar enamorada otra vez de él….

¿Es posible ser amig@ de un@ ex? ¿os ha pasado alguna vez eso?

OMG con esa duda en la cabeza ¡¡¡necesito vuestros consejos!!!