Cuidado con lo que deseas por si te besan

Si ya antes del coronavirus los besos se cotizaban caros, ahora no os quiero ni contar… porque, como os decía en mi anterior post (https://roseapelton.com/el-amor-en-tiempos-del-coronavirus/), las oportunidades de un “aquí te pillo aquí te mato (de placer)” son escasitas y, si después del correspondiente PCR y medición de temperatura, decides lanzarte, corres el riesgo de que la otra persona no bese como a ti te gustaría y hayas quemado una oportunidad de oro con alguien que no cumple tus expectativas, así que si alguien puede decirme cómo reconocer la forma en la que el otro besa solo por la mirada, se lo agradecería eternamente…

 

¿Se puede saber cómo besa alguien solo por su forma de mirar?

Mientras trato de dar respuesta a eso y pido al guionista de mi vida que me mande a alguien que haya aprendido a besar de categoría, os dejo algunos de los tipos de besos más extraños que nos han dado a mi amiga Alis y a mí a lo largo de nuestra vida y que he recopilado en esta selección:

Beso boca pez, ese que te dan los que tienen unos labios gordos pero que no son muy proactivos que digamos, y lo máximo que hacen por ti es abrir su boca como lo hace un pez, dejándote esa cavidad abierta para que te encargues tú de hacer el resto.

En la otra cara, tenemos los Besos directos o colonizadores, aquellos de los que ignoran tus labios y, conforme abres la boca, su lengua va directamente al interior, como si no hubiera un mañana, como diciendo “lo único que quiero es una cavidad donde expandirme”.

Así que cuando se junta un “boca pez” con un “directo”, surge la pasión… pero cuando no eres de ninguno de esos tipos, las consecuencias son devastadoras… os lo digo por experiencia

Beso perforador, cuando la lengua del susodicho, una vez que ha conseguido entrar en tu boca, empieza a dar vueltas dentro de ella en busca de no se sabe qué, con tanta energía y potencia que corre el riesgo de que termine desincrustándote algún resto de comida que se quedó ahí después de un cepillado de dientes demasiado rápido, o, en el peor de los casos, que esa lengua vigorosa se lleve algún empaste por delante… Estos besos tenían que venir con el cartel de “yo no asumo la responsabilidad de lo que encuentres con tu lengua perforadora”.

Dentro de esta tipología, están los besos orejeros, cuando esa lengua perforadora entra en tu oreja mientras a ti lo único que se te ocurre hacer es rezar para que no encuentre trocitos de cera en su camino, y prometerte a ti misma que a partir de ese momento, vas a limpiarte, día sí día también, las orejas y los oídos a fondo fondísimo…

Besos babosos, con los que terminas con toda la barbilla llena de saliva, sin saber si quitártela rápidamente o dejártela ahí para evitar que el susodicho te envista de nuevo con semejante caudal de baba… Estos besos, por regla general, son súper ruidosos, por el efecto «ventosa» que produce tal cantidad de saliva compartida dentro de la boca, y suelen provocar un auténtico espectáculo sonoro cuando tratas de apretar los labios para evitar que esa baba se escape y te pongas perdida la ropa…

Beso Hollywood – también denominado beso quiropráctico -, cuando el susodicho te inclina el cuerpo para atrás mientras te besa en modo película, pero, como la flexibilidad no es uno de tus dones, lo más que consigue es que tu espalda cruja como si tu columna vertebral fuese la Falla de San Andrés a punto de reventar, y que, en el mejor de los casos, cuando te incorpores, tengas un tirón en alguna parte de tu cuerpo y pasarte dos semanas agradeciendo al cielo que solo haya sido un tirón… o recordándote que tienes que conectarte a esas clases de Pilates online que pagaste a precio de oro y para las que nunca has encontrado el momento de empezar.

Besos “lo último que voy a hacer en mi vida”, cuando estás resfriada y la otra persona insiste en alargar el beso y no puedes negarte, pero vas notando cómo, con la congestión que tienes, te va faltando cada vez más aire y crees que acabarás muriéndote si sigue unos segundos más.

Dentro de éstos, están los besos en apnea, los que te dan debajo del agua de la alcachofa de ducha, cuando el susodicho es más alto que tú y te coge la cara con sus manos para levantarte la barbilla y besarte; con lo que es inevitable que se te meta agua en la nariz, pero el otro, en pleno calentón, no se da ni cuenta y sigue y sigue besándote mientras tú crees que vas a terminar muriendo ahogada… o por el agua de la ducha o por su saliva… pero muerta por ahogamiento… ainssss…

• Y ¿qué me decís de esos besos sudorosos al estilo natación sincronizada, que te dan al ritmo del acto sexual y que te dejan pensando “ok, bueno, vale, te acompaño a ver si pillo tu ritmo mientras coordino mis movimientos sin perder la concentración ni la libido…».

Besos accidentados, cuando el ímpetu del momento provoca un choque frontal con la nariz, con los dientes, con tus gafas… o los besos tipo peeling, cuando el susodicho tiene una barbita de uno o dos días y acabas con la cara toda irritada en esa manera que todo el mundo sabe que ha sido cosa de un calentón…

Besos edad del pavo, como cuando éramos adolescentes y no teníamos dinero ni para chicles, y mientras te besaban te ibas pasándote el chicle con él. O los que te dan mientras deciden pasarte un trago de Coca Cola fresquita de boca a boca, pero que te pillan sin estar preparada y terminas espurreándolo todo en su cara o en su ropa.

Y, por último, están los besos cátame despacito: esos besos tiernos, en los que la participación es equitativa, saboreando lentamente los labios de la otra persona, incluyendo pequeños mordisquitos y con los movimientos de lengua acompasados y el nivel de saliva en su justa medida. Son los que se dan con la mandíbula relajada, escuchando la cadencia del otro, sintiendo. Estos besos son como el Santo Grial: los más codiciados, pero, a la vez, los más difíciles de encontrar…

Después de este análisis, he descubierto varias cosas, a saber:




Y tú, ¿cómo aprendiste a besar? ¿cuál es el beso más raro que te han dado en tu vida? ¿qué tipo de beso es tu preferido?

La primavera la sangre altera…



No sé si os pasa a vosotr@s pero a mí este año ha sido llegar la primavera y mis hormonas se han revolucionado a más no poder… Y ahí estoy, luchando contra los síntomas de la alergia, de la astenia primaveral y de la revolución hormonal que me hace ver hombres maravillosos donde no los hay… Y con esa revoltijo de síntomas, después de recoger todas vuestras votaciones y siguiendo vuestros consejos (http://roseapelton.com/imposible-resistirse-a-los-chicos-malos-malotes/), decidí tomar una decisión sobre el hombre con el que me iba a quedar… Y (redoble de tambor)
                                                 ¡¡decidí probar con el chico bueno!!

a ese que veía como futuro padre de mis hijos, que me iba a dar la estabilidad que necesitaba… ¡sí! Y en esta ocasión, tal y como me habíais sugerido, ser yo la que encendiese esa chispa que le faltaba al susodicho, tratando de hacer aparecer su parte picarona detrás de esa bondad infinita que le caracterizaba…

                             Así que me dije: “Rose, a tomar las riendas del erotismo en esta relación!! Que esto tiene que funcionar, ¡sí o sí!”  


Y decidí darle una oportunidad al Dios del amor con el chico bueno organizando una velada picarona un sábado con una buena cenita y unas esencias con aroma a chocolate para regalarnos unos masajes como postre… Para que no pasase lo mismo que  (http://roseapelton.com/querido-invierno-dejate-ya-de-bromitas/) le propuse que fuese él el que cocinase (así también sabría cómo era de hábil el futuro padre de mis hijos para la cocina). Quedamos sobre las ocho de la tarde en su casa y allí aparecí puntual como un reloj, preparada de arriba abajo, de dentro afuera…

Llamé al timbre de su puerta y, conforme abrió, me abalancé sobre él con la intención de darle un beso apasionado, de esos de película.. pero creo que él no se esperaba tal envestida de golpe y se pegó tal susto que echó para atrás la cabeza y se dio con el borde de una columna que tenía justo detrás…

Cuando se repuso del susto – y todavía con la mano en la cabeza (creo que le dolía)- me acerqué a él pero me echó para atrás con la excusa de que llevaba el delantal manchado y no quería que me manchase mi ropa… Así que una vez que pasé dentro, todo quedó en un escueto y virginal besito  de bienvenida…pero en la frente.. agggggg Ganas me dieron de decirle ya ahí:

 

Pasé a la cocina y comencé a abrir una botella de vino que había llevado para la ocasión, y, en el momento en que preparé dos copas y fui a llevársela al chico bueno, se la bebió de un trago antes de poder darme la oportunidad de brindar por nosotros y por ese nuevo giro que iba a tomar la relación… Ahí fue cuando pensé:

“Rose, está muy nervioso de verte en su casa… Dale tiempo y espacio…”

y decidí preparar la mesa y el dormitorio encendiendo velitas y esparciendo unos pétalos de rosa trazando el camino hacia la cama… Cuando salió para decirme que la cena la estaba preparada, ya parecía que tenía un aspecto más relajado, así que

subí un poco más el volumen de la música “sexy” que había llevado para la ocasión y me dispuse a acercarme a él bailándole al ritmo de una canción, moviendo mis caderas de tal forma que la campeona mundial de julajop se quedaba desbancada a mi lado…, con el fin de provocar en él ese apetito feroz de mí que yo tanto ansiaba…

Pero conforme me iba acercando a él con mis movimientos sensuales, su expresión iba tensándose y su cara empezaba a sudarle, la expresión de sus ojos y su boca abiertos como platos decían más “tierra trágame” que “Wowww… ¡¡qué cachondo me estoy poniendo!!”…

Y ahí, sin saber qué hacer ni hacia dónde moverse, se quedó inmóvil cual estatua de la libertad, con la copa de vino en la mano y el gorro de cocinero que se había plantado…

Así que, visto lo visto, decidí abortar la misión y, con una vergüenza que no me cabía dentro, correr un tupido velo, recomponerme de nuevo y ayudarle a sacar la cena…  

He de reconocer que todo estaba deliciosísimo… pero mi mente estaba en descubrir cómo creaba ese ambiente que le sacase su punto de tiburón dispuesto a comerse a su presa…: cada vez que le sacaba un tema “caliente” él de desmarcaba con otra cosa y cambiaba de tema…

Ganas me daban de decirle: ¿Cómo te voy a conquistar si sólo respondes con monosílabos…? ¡¡Colabora!!

Así que, cansada ya de intentarlo, me relajé hasta que, a la hora del postre, le propuse darnos un masaje de chocolate con el botecito que había comprado para la ocasión… El, caballeroso como siempre, me dijo que empezaría a darme ese masaje, que había hecho varios cursos y sabía cómo hacerlo para “activarme” –eso lo dijo con una voz picarona-. Me dio un beso apasionado y me ayudó a quitarme la ropa hasta dejarme tumbada boca abajo en la cama… Yo, esperando con una sonrisa que no me cabía en la cara, a recibir los preliminares de una noche loca de sexo…

Él, conforme abrió el bote y empezó a frotarme la espalda, comenzó a quejarse sobre si ese potingue iba a mancharle las sábanas y a saber si se iban a quitar las manchas… Así que cansada de escucharle, a mitad de masaje, me dí la vuelta para sorprenderle con la imagen de mi cuerpo desnudo y, fue apoyar mi espalda llena de chocolate de masaje en la cama, cuando pegó tal grito que Tarzán hubiese quedado como afónico a su lado ¡¡Cuidado!! ¡¡Que vas a poner todo perdido!! Así que agotada del día y cansada de no poder conseguir sacar de él la vena “piratilla”, decidí vestirme y decirle que creía que esto no iba a funcionar y que era mejor dejarlo ahí.. El asintió y me dejó ir… sin más… con el subtítulo de

“fueron felices por siempre… nadie dijo que los dos juntos”

Camino de mi casa, mientras iba recolocando mi orgullo y autoestima de mujer y me preguntaba cómo era capaz que ese hubiese sido el espermatozoide más rápido, mi parte valiente me dijo:


“Recuerda Rose, ¡¡rendirse no es una opción”!!

Así que decidí seguir probando mi vena de “piratilla picarona” y mandé un mensaje al malo – malote con la foto del tarro de chocolate para masaje y el texto ¿Te apetece probar algo dulce? Y al segundo tenía una respuesta suya:

“Ummmm… qué hambre de ti me acaba de entrar… Te espero en mi casa. No tardes mucho”

Y así fue cómo terminó ese fin de semana y los siguientes, con pasión y erotismo desenfrenado, gracias al malo-malote… disfrutando de la revolución hormonal que tenía mezcla fruto de la llegada de la primavera y de lo picante que se siente una cuando actúa sin inhibiciones creyéndose la diosa del erotismo…  

Pero el tarro de chocolate para masajes se acabó cuando, uno de los días siguientes a ese maravilloso fin de semana, fui a cenar con una amiga porque el malo-malote me había dicho que esa noche se encontraba mal y me lo encontré sentado en la barra charlando con una chica… Así que, ni corta ni perezosa, le envié un mensaje de WhatsApp diciéndole:  

Ahí la libido me dio de repente una doble voltereta lateral con salto mortal y desapareció… Y con ellas mis ganas de volver a verlo… A partir de ese día creo que ya no podré verlo como mi Dios del sexo particular, será un pirata más… pero ¡¡que me quiten lo bailao!! ¿no os parece?

¿Es normal esta revolución de hormonas que llevo dentro de mí esta primavera? ¿Es normal sentirse culpable por haberme liado con el malo-malote justo al terminar de romper con el chico buenazo pero soso? ¿Cómo darse una cuenta de si lo de la otra persona son manías, nervios o simplemente falta de atracción sexual? Espero vuestras sugerencias, consejos y respuestas!!!